El interés por adquirir oficinas de farmacia rurales se mantiene

El factor vocacional del profesional o el deseo de inicio del ejercicio priman frente a la inseguridad de la inversión

«Estoy interesado en comprar una farmacia rural». Aunque bien podría catalogarse como una temeridad -o un fake más dentro del universo 2.0- a tenor de la situación económica que atraviesa este tipo de establecimientos, todavía es habitual ver anuncios como éste en los tablones virtuales de las webs de los colegios farmacéuticos, en los que las ofertas de adquisiciones y ventas de boticas se mezclan con ofertas laborales.

Apuestas así no solo se mantienen sino que cuentan con su justificación, basada en la existencia de profesionales, principalmente jóvenes recién licenciados, «con un marcado carácter vocacional como motor de su decisión de compra, en los que prima su deseo de iniciarse en el ejercicio y tomar contacto con el sector, más que el concepto de inversión o el propósito de establecerse en una plaza de forma definitiva», confirma a EG Félix Ángel Fernández, subdirector general de Farmaconsulting.

Los datos que maneja esta compañía especializada en el mercado nacional de transacciones de boticas lo confirman: un 10 por ciento de las solicitudes de inversores que recibieron en 2013 centraban el foco de interés en establecimientos con facturación anual inferior a 150.000, cifras en las que se mueven las boticas rurales y por las que estarían reconocidas oficialmente en situación de viabilidad económica comprometida (VEC). Incluso, farmacias con una facturación anual inferior a 300.000 euros (que también podrían ser catalogadas como VEC, ya que es probable que presenten ventas al SNS inferiores a 200.000 euros, el umbral que marca la ley para beneficiarse de la aplicación de un índice corrector a la facturación) focalizaron el interés de otro 16,4 por ciento de potenciales compradores (ver gráfico).

Es evidente que las motivaciones económicas no lideran estas pretensiones de adquirir farmacias rurales. De lo que se trata es «empezar por el principio». En concreto, «iniciarse en la profesión, conocer los entresijos de la oficina de farmacia y adquirir la suficiente experiencia» para dar futuros pasos, considera Fernández.

No cabe duda que la actual regulación farmacéutica nacional, y la consabida limitación de aperturas de boticas a los concursos de nuevas adjudicaciones, también podría incitar a la compra directa de una botica rural como ‘plan B’ y, en especial, si no se cuenta con liquidez suficiente para adquirir otro tipo de farmacia que asegure rentabilidad económica. No obstante, el riesgo que implica establecerse en el ámbito rural puede tornarse en ventaja ante futuros concursos de nuevas farmacias, ya que los baremos de méritos por los que se deciden las adjudicaciones suelen puntuar los años de ejercicio en pequeñas localidades e incluso abren una fase previa de traslados en la convocatoria.

La crisis económica que afecta a las oficinas de farmacia, y que se ceba especialmente con las más débiles, no ha aminorado el interés de los farmacéuticos por adquirir boticas rurales. Pero la situación sí ha cambiado desde el punto de vista financiero y el apoyo de las entidades bancarias en estas operaciones. Según confirman desde Farmaconsulting, «este tipo de farmacias ya no son su objetivo preferente».

¿En qué se traduce el cambio? «Ahora, en los criterios de concesión de préstamos a los inversores se ha instalado la exigencia de que la botica deje unos excedentes que, en muchos casos, no son obtenidos por una oficina de ese pequeño tamaño», apunta Fernández. Por contra, sí se denotan más facilidades, tanto en moderación de precios como en aplazamientos de pago, de aquellos titulares de boticas rurales que desean venderlas. ¿Será que la confianza externa que todavía existe sobre estas farmacias no es tal dentro de las paredes de las mismas? ¿Tendrá algo que ver en ello su conocimiento de causa?

 

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