La herencia de la crisis económica y los recortes marcarán la agenda del nuevo titular de Sanidad

  • Resolver el déficit y pagar a los proveedores será el caballo de batalla de una legislatura marcada por la imposibilidad de generar más deuda
  • La etapa de Pajín deja flecos sueltos en materia farmacéutica, desde establecer una política estable hasta cerrar varios desarrollos legislativos

 

El tiempo apremia. El nuevo equipo gubernamental llega con poco tiempo para retomar el testigo y tiene, en cambio, mucho por hacer. El Sistema Nacional de Salud comienza la décima legislatura acuciado por las deudas, las carencias presupuestarias, su propio peso en el conjunto del gasto autonómico, los recortes, las huelgas y las manifestaciones. Las prioridades del sector sanitario están claras, pero no tienen que coincidir con las que marque el futuro responsable de Sanidad. Falta por conocer primero con qué recursos dispondrá realmente el Gobierno a partir de esta semana.

Es la gran pregunta que recorre al sector público: saber con qué dinero contará el año que viene. Después de su victoria en las elecciones, lo primero que tiene que hacer el nuevo Ejecutivo es decidir si prorroga las cuentas públicas de este año o si habrá proyecto nuevo para 2012, en cuyo caso no se aprobaría antes de marzo. Esta incógnita ya marca los informes de varios proyectos autonómicos, como el catalán, que señala que "la elaboración de las previsiones de ingresos está marcada por la incertidumbre sobre los presupuestos generales del Estado para 2012 como consecuencia de su prórroga".

De la decisión del Gobierno central dependerá en buena parte el devenir de las políticas sanitarias autonómicas y la posibilidad de que se acometan nuevos recortes, como los que ha mencionado ya el consejero catalán Boi Ruiz. Los presupuestos generales serán también clave para el futuro de los proveedores sanitarios y las oficinas de farmacia, aquejados por deudas sin que en alguna región, como la valenciana, exista siquiera un calendario de pagos.

La financiación sanitaria también exigirá una visión rigurosa de la gestión del gasto. Mientras se buscan soluciones para acabar con la deuda actual, y con las opciones de endeudamiento reducidas a su mínima expresión, la Sanidad no puede en estos momentos generar más déficit público, ni tampoco añadir nueva deuda.

Esto podría implicar nuevas reformas en la ley de financiación, que apunta en términos finalistas, así como nuevas medidas en relación al gasto farmacéutico. Además de conocer y controlar la factura hospitalaria, la de receta se enfrenta a mejorar en eficiencia. El debate sobre la financiación de los nuevos medicamentos tiene por el momento tres bifurcaciones: la participación efectiva de las comunidades en las decisiones de financiación y precio de los medicamentos; la inclusión de nuevas prestaciones si no hay dinero adicional para financiarlas; y la creación del Hispa-NICE, algo que defendieron los dos principales partidos estatales.

Paz al sector

Junto a ello, habrá que trabajar más para fomentar la cohesión en materia sanitaria y farmacéutica, máxime tras los recortes acometidos en varias comunidades autónomas (y los que puedan estar por llegar) y después de las extraordinarias implicaciones del Real Decreto-ley 9/2011. Así, gran parte de esas implicaciones pasan por desarrollar y normalizar todos los cambios que han afectado al trabajo de los profesionales sanitarios. En los últimos meses, la prescripción enfermera y la obligación legal de prescribir por principio activo (PPA) han cambiado de una manera radical no solo el papel de cada uno dentro del sistema, sino su interacción y las relaciones con la industria farmacéutica, la distribución y los pacientes.

Pero no es la única obligación de cara a los agentes del sistema. El debate sobre la sostenibilidad del SNS ha desatado una crisis sin precedentes en el sector que ha destruido uno de los principales valores: la confianza mutua entre los agentes. Es ineludible luchar por un pacto sanitario. Tal vez sea ésta la legislatura para afrontarlo. Los flecos sueltos de la legislatura socialista En la agenda política del sucesor de Leire Pajín está, en letras rojas, la búsqueda de soluciones al déficit sanitario, cifrado en 15.000 millones de euros. Pero el nuevo Gobierno tiene también el reto de terminar las tareas que han quedado a medias por el adelanto electoral.

En el caso del sector farmacéutico, y pese a que han pasado ya más de cinco años desde que se aprobó la Ley de Garantías, continúan pendientes los desarrollos de distribución y trazabilidad. Pero es la industria la que deja más flecos sueltos. Para empezar, el futuro del Plan Sectorial, en entredicho tras los ‘decretazos’ al sector. Muy relacionado con este asunto están la necesidad de un marco estable y las desgravaciones fiscales a las labores de I+D, que salieron de la Ley de Ciencia para impulsar una nueva Ley de Mecenazgo.

La industria de tecnología sanitaria afronta sus propios retos: analizar la viabilidad de ampliar el listado de agrupaciones homogéneas a más productos sanitarios, aprobar un decreto de márgenes y permitir la incorporación de nuevos productos sanitarios.

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